Fuente: Forbes México, 25/07/2018, Juan Francisco Torres Landa*
Aunque parece como si ya hubieran pasado meses, las elecciones fueron hace apenas algunas semanas. Pareciera más tiempo porque ha habido un alud de información relacionada con los planes, intenciones y decisiones del candidato ganador y su equipo. Es tal el impacto que, para muchos, la transición ya empezó y a juzgar por la cobertura mediática y la trascendencia de declaraciones, tienen razón porque ya hay más caso a lo que hace y dice López Obrador que lo que aún dice el efímero Peña Nieto.
Lo curioso es que, pasando la euforia de un triunfo arrollador, sustentado en gran medida en la oferta de acciones populares y señales de un cambio simétrico al deseo de acabar con la corrupción, abusos y canonjías de la clase política tradicional (misma que en este sexenio simplemente se voló la barda en cuanto a corrupción e irregularidades se refiere).
Pero en este proceso ya llegó el momento de realizar una evaluación seria de lo que las promesas de campaña implican y cuál es el contraste de las mismas con la cruda realidad del país. Es decir, que una cosa es prometer, y otra muy distinta ejecutar y determinar cómo esas decisiones van a generar un impacto real en el desempeño del nuevo gobierno y la efectividad de las políticas públicas.
La tentación de ser fiel a lo ofertado al público es enorme porque hablaría de alguien que cumple, que no tiene miedo a romper reglas, y que al final del día, no se dobló ante las circunstancias. Sin embargo, esa ruta ciega de ser muy ortodoxo pasaría por ignorar un estudio meticuloso de las posibles consecuencias en caso de avanzar con dichas propuestas. Cumplir es una cosa, pero conocer las verdaderas implicaciones de lo que se decida es lo que se debe entender como la decisión más responsable y deseable para la toma de decisiones.
Así las cosas, la solicitud al nuevo gobierno y, en particular, al futuro presidente de México es que revise con cuidado las distintas materias que va a realizar y que se midan las consecuencias reales antes de llevar a cabo las mismas.
En fin, que lo que le solicitamos al presidente electo y a su equipo es que no se dejen llevar por la inercia de las elecciones en hacer todo lo que prometieron a diestra y siniestra sin haber hecho el análisis de impacto real. No pedimos que se desdigan de sus promesas electorales, sino que las modulen y expliquen por qué implementar a raja tabla simplemente no hace sentido. Espero puedan generar una explicación clara y contundente que deje a todos satisfechos. Velemos por la lógica por encima de las promesas. Y, sin embargo, no dejemos de aplicar la máxima de que el mandato del electorado exige cambios visibles y claros. Que se cumpla esa expectativa sabiamente.
*Secretario General del Consejo de México Unido Contra la Delincuencia
Twitter: @JuanFTorresLand
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