¿Qué puede hacer el gobierno de AMLO en la ONU en política de drogas, y qué no?: Tania Ramírez de MUCD
Fuente: ADN POLÍTICO, 24/08/2018, Bianca Carretto
¿Es posible cambiar el enfoque sobre las drogas en México? ¿Qué hace falta para despenalizar la marihuana en territorio mexicano? ¿El país está listo para pasar del mercado ilegal de la amapola a uno lícito? Olga Sánchez Cordero, futura secretaria de Gobernación, ha puesto el tema en la mesa e incluso plantea llevarlo a la arena internacional .
Según datos de la ONU, México ocupa los primeros lugares en producción de marihuana y amapola, pero esto se inscribe dentro de un mercado ilícito, que no deja beneficios para el Estado y que ha tenido como consecuencia el incremento en los niveles de violencia, principalmente en estados donde se cultivan estas plantas, como Guerrero o Michoacán.
¿Qué objetivo persigue Sánchez Cordero al intentar que este asunto se discuta en Naciones Unidas y hasta dónde puede llegar? Esto es lo que opinan algunos especialistas.
Desde 1960, México ha suscrito tres instrumentos multilaterales con países miembro de la ONU, para fortalecer la prevención, el control y la reducción del consumo de drogas. Se trata de la Convención Única sobre Estupefacientes (1961), el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas (1971) y la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas (1988).
Estos instrumentos, señala Tania Ramírez, directora de Política de Drogas de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), dan forma a un sistema internacional de fiscalización en materia de drogas y de combate a los delitos que rodean su producción: narcotráfico y lavado de dinero.
Pero a pesar de los cambios que se han dado en algunos países, incluido Estados Unidos, estos instrumentos se mantienen sin cambios y conservan su carácter punitivo.
“Son uno de los pocos sistemas de tratados o una de las pocas materias en las que los tratados han respondido poco a la evolución de los fenómenos. Es decir, casi no se han modificado desde su aparición. Prácticamente no tienen o no han tenido cambios significativos”, dice la especialista.
Donde México tiene oportunidad, de acuerdo con Ramírez, es en mantener un papel activo en los instrumentos que están en curso, como la revisión que hace la Organización Mundial de la Salud para reclasificar la marihuana de sustancia de alto riesgo a una con alto valor terapéutico y poca afectación.
“(México) se sumaría a un grupo de países que están buscando alternativas y que muchas veces se les ha dicho ‘esto está en contra de los tratados’, pero que en realidad no ha habido un mecanismo en el cual formalmente se les haya podido expulsar de los tratados o asignarles alguna sanción”, dice Ramírez.
En el caso de la amapola, es necesario contar con el aval de la ONU, pues es necesario que México se inscriba dentro de los países que cuentan con licencia para la producción legal de esta planta, como Países Bajos, Turquía y España.
Sobre el procedimiento que México debe seguir para entrar al mercado internacional de la amapola, hay tres pasos iniciales:
- Reconocer el alcance actual del mercado en cuanto a su producción y la gente que está inmersa en el proceso: hectáreas, calidad, cosecha.
- Permitir la producción con miras de abastecer el mercado nacional, en un primer paso.
- Establecer un acercamiento con la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, a fin de plantear el interés de México en formar parte del circuito legal de amapola.
Estos instrumentos, señala Tania Ramírez, directora de Política de Drogas de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), dan forma a un sistema internacional de fiscalización en materia de drogas y de combate a los delitos que rodean su producción: narcotráfico y lavado de dinero.
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