Por México Unido Contra la Delincuencia, con participación de Edgar Baltazar, colaborador.
Artículo publicado en Animal Político
Recientemente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó sus datos preliminares de homicidios del año 2022, que sugieren una disminución nacional en homicidios, con una ponderación de 25 por cada 100 mil habitantes, la tasa a nivel nacional más baja desde 2017.
Sin retraso, el Gobierno Federal se apresuró a asegurar que su estrategia nacional de seguridad -militarizada, por supuesto- trajo como fruto estos resultados. Planteó una victoria. Lo cierto es que, reconociendo que el crecimiento de este delito en años recientes se ha detenido, los absolutos siguen siendo tremendamente altos como para alegrarse: 32 mil homicidios al año no se celebran como una victoria.
Ante la anticipada celebración política del gobierno federal, es urgente colocar análisis y evidencia de valor, para no permitirnos olvidar que falta mucho -mucho- para lograr transitar a un país cuyas cifras de homicidios se reduzcan significativamente y su comisión se prevenga y atienda adecuadamente.
Este 2023, en México Unido Contra la Delincuencia (MUCD) impulsamos cuatro spaces de Twitter en los que participaron 13 especialistas para analizar las causas de la violencia homicida en México y acciones para su reducción en cuatro estados prioritarios identificados en nuestro Atlas de Homicidios México 2021: Baja California, Chihuahua, Estado de México y Guanajuato; entidades que, desde 2015, han sido las que presentan el mayor número de víctimas. Aquí compartimos cuatro premisas sobre violencia homicida que derivaron de estos diálogos que sirven para analizar la violencia letal de nuestro país ante el reciente anuncio del INEGI y anticipado grito de victoria del gobierno federal.
- El crimen organizado no es la única causa de la violencia letal y, por tanto, no es el único factor a atender. Edgar Chaparro, Fiscal de Distrito Zona Occidente de Chihuahua, confirmó que en su estado una proporción significativa de los homicidios cometidos con arma de fuego se vinculan con la delincuencia organizada, pero es importante recordar que este factor no es causa única de la violencia homicida, sino una consecuencia de condiciones estructurales e históricas que han consolidado relaciones sociales profundamente desiguales.
La violencia homicida está arraigada además a una cultura de la violencia a decir de Óscar Hernández, investigador del Colegio de la Frontera Norte (COLEF): una “cultura del terror, del sacrificio y del castigo”, donde el mismo Estado hace parte al vincularse con actores criminales; configurándose así en un “Estado perverso”, como lo nombró Marlene Solís, también investigadora del COLEF.
Tampoco debemos olvidar que los homicidios suceden en un contexto que potencia la impunidad en un Estado patriarcal no pocas veces vinculado a los actores criminales violentos. Precisamente sobre ello, Carla Miranda, profesora de la Universidad Autónoma del Estado de México, hizo énfasis en que apenas 10% de los casos judicializados por homicidio doloso terminan en una condena.
- La violencia homicida es distinta en cada territorio y debe atenderse de manera focalizada. En las cifras preliminares del INEGI para 2022 destacan tres entidades por tener preocupante crecimiento en asesinatos: Colima, con +43%, Hidalgo, con +32% y Nuevo León, con +30%. Mientras que Campeche y Colima presentaron máximos históricos.
En las discusiones aquí citadas que MUCD mantuvo con especialistas, se enfatizó que, en efecto, existen diferencias regionales en la dinámica de la violencia homicida. De ahí que la segunda premisa derivada de estos diálogos sea que, para comprender la expresión diferenciada de la violencia letal en México, es imperativo realizar análisis a nivel subnacional.
Para los casos de la violencia homicida en Baja California y Chihuahua, por ejemplo, Marlene Solís y Óscar Hernández recalcaron la importancia de estudiar la “condición fronteriza” como variable clave para comprender diversos fenómenos, como el tráfico de armas, un tema también expuesto por Zulia Orozco, investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC).
- La violencia homicida se expresa de forma diferenciada entre diversos grupos sociales. Al exponer los datos sobre defunciones por homicidio que publica INEGI, Daniela Osorio, investigadora de MUCD, compartió la importancia de contar con indicadores sobre la dinámica de los homicidios, como el lugar de la agresión y el tipo de arma empleada; así como el perfil de las víctimas, fundamentalmente su sexo y edad.
Claramente no todas las personas son asesinadas en las mismas condiciones, de hecho, algunas de ellas son incluso criminalizadas y “deshumanizadas” en función de una estigmatización sobre ellas, como lo expuso Elizabeth Aristizábal, doctora de la UNAM, que advirtió sobre estigmas en las representaciones de los homicidios en las caricaturas de la prensa de Tijuana.
Un marcador social fundamental para comprender la dinámica diferenciada de la violencia letal es el género. Al respecto, Marlene Solís y Lydia Cordero, de Casa Amiga A.C. en Ciudad Juárez, coincidieron en que la estructura social patriarcal y los modelos violentos de masculinidad son factores estructurales de la violencia homicida y feminicida, aspecto en el que hay que prestar particular atención.
Entonces, es necesario ver más allá de la disminución general de la tasa de homicidios en el año 2022: ¿dónde se cometieron los asesinatos?, ¿con qué armas?, ¿cuál era el género y edad de las víctimas?
- Urgen políticas públicas basadas en evidencia, con participación ciudadana. La cuarta premisa que nos aportaron los diálogos sostenidos con especialistas permite guardar esperanza aún en un contexto de incertidumbre: sí es posible reducir la violencia homicida en México.
Para lograrlo, es necesario emprender políticas fundadas en evidencia, que incorporen la participación de la sociedad -Rocío Hernández, socióloga con experiencia de trabajo territorial en Ecatepec, Estado de México, ejemplificó la importancia de las redes comunitarias de solidaridad ante la violencia multifactorial-, así como mejorar los procesos de investigación, prevención y reacción de las instituciones de seguridad y justicia.
Edgar Chaparro, por su parte, recordó que son tres los ejes de la investigación de los homicidios que deben consolidarse: 1) la policía investigadora , 2) el Ministerio Público y 3) los servicios periciales; mientras que Miguel Garza, director del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde) puntualizó que no sólo las policías ministeriales, sino también las policías preventivas locales tienen una importante función para la prevención y reacción ante la violencia homicida, implementando esquemas como la disuasión focalizada.
No hay, pues, victoria. Es ciertamente positivo que los homicidios registrados para 2022 hayan presentado -preliminarmente- una disminución, sin duda, pero es necesario tomarlo con perspectiva: tanto el análisis y como la respuesta institucional a este problema ameritan voltear los ojos a las víctimas para evitar que más de 30 mil se sumen cada año.