¿A poco el huachicoleo ya es más peligroso que el narco?
10/12/2018, MEXICO.COM, Carlos Carabaña
Andrés Manuel López Obrador habló por fin el viernes pasado de la existencia de un plan para atacar la delincuencia organizada, pero no se refirió al narcotráfico, una palabra a la que parece rehuir, sino al robo a combustible, mejor conocido como huachicol.
De acuerdo con AMLO, este delito supone pérdidas para las arcas públicas de entre 50 mil y 70 mil millones de pesos; será considerado grave y los perpetradores detenidos no tendrán derecho a fianza. Pero ¿a poco el huachicoleo ya es más peligroso que el narco para merecer el honor de ser el primer problema de seguridad al que el presidente dedique un plan?
Para responder a esta pregunta, mexico.com buscó a cuatro expertos. Alejandro Hope, asesor en seguridad y socio en la empresa Grupo de Economistas y Asociados; Lisa Sánchez, directora general de México Unido contra la Delincuencia; Erubiel Tirado, especialista en seguridad pública de la Universidad Iberoamericana; y Martín Barrón, investigador en el Instituto Nacional de Ciencias Penales.
Los expertos consultados concuerdan en que hace falta un conocimiento técnico mínimo para exprimir los ductos de Pemex. Hay que saber dónde están, su profundidad, cómo perforar, a qué hora bombean el combustible… es decir, hace falta información que, técnicamente, solo debería estar en manos de empleados o exempleados de Pemex.
En julio de 2015, el secretario de Seguridad Pública del Estado de Puebla, Facundo Rosas, tuvo que dimitir después de que la Secretaría de la Defensa Nacional detuviera al director general de la Policía Estatal Preventiva de Puebla y a su jefe del Grupo de Operaciones Especiales a la cabeza de un convoy de 31 vehículos cargados con 100 mil litros de combustible robado.
Para Lisa Sánchez, la directora de MUCD, “el huachicol ha estado equiparado con delitos de delincuencia organizada desde el sexenio de Peña y se ha estado construyendo esta narrativa de que es la siguiente amenaza a la seguridad de la nación”.
“En realidad, es relativamente preocupante, ya que se habla de la participación de comunidades enteras en el robo de combustible. Pero lo más grave de esto es que la respuesta sigue siendo reactiva. Es seguir arrestando a la gente para investigar, en vez de investigar para detener a la gente”, reflexiona.
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